Distinguidos amigos, como resultado de una práctica filosófica contenida en la segunda parte de la obra El Poder de un Símbolo Patrio. Clave de la identidad e integridad, es grato presentarles la propuesta de un nuevo himno para el Perú, en cuanto a su letra, como consecuencia de la necesidad de otorgar un himno patrio, demostrada en la primera parte teórica de dicha obra, respecto a la tesis que el Perú carece de un himno patrio, revelación que es preocupante y requiere de una inmediata atención, de parte de todos los peruanos, por ser un asunto de interés nacional.
El mencionado problema forma parte de la crisis estructural del País y refleja el triunfo de un tipo de pragmatismo burdo propio de una sociedad subdesarrollada, conformista, despersonalizada, desespiritualizada y manipulada, dentro de un clima de decadencia moral y cultural, que hace que los conocimientos humanos se reduzcan meramente a lo pragmático, no importando el significado ni sentido al cual pueda conducirnos la representación de los signos inmersos en un símbolo patrio, ignorando que en éstos se encuentran principios, valores y relaciones contenidos en su propia estructura; pues, los símbolos patrios son representaciones cognitivas y valorativas que constituyen un referente existencial obligado y necesario de las comunidades territorializadas, no siendo meros sistemas conceptuales, sino constructos sociales que contienen el imaginario colectivo de una tradición que se halla intrínsecamente ligada a la condición humana comunitaria y a su necesidad de identidad e integridad individual y social.
Por otra parte, los Símbolos Patrios recogen una historia, reflejan una cultura, influyen en el carácter y en la personalidad individual o colectiva, que inciden en el fortalecimiento del espíritu cívico, que determinan la mentalidad grupal, señalando un derrotero histórico, signos que dan un valor objetivo a dichos símbolos; en tanto que el valor subjetivo se encuentra en el sentimiento nacional a nivel individual y/o colectivo.
Siendo evidente que el denominado Himno Nacional del Perú es una apología al lamento, como se demuestran la antes mencionada obra, así como el libro El Mito de un Símbolo Patrio; los cuales, además de revelar un análisis cualitativo sobre el problema del mencionado himno, contienen la propuesta de una nueva composición literaria, con una filosofía valorativa conducente a un despertar mental y a una nueva forma de amar al Perú, contrariamente a lo que representa el indicado Himno Nacional. En este contexto, el cambio del mencionado Himno es una necesidad histórica y no cuestión de gustos, porque ante todo es un asunto de dignidad y de responsabilidad socio política. Por ello, es importante no quedarnos en una simple crítica, sino pasar a la acción, en este caso, mediante una praxis filosófica plasmada en la interpretación de dicha propuesta, la misma que se puede escuchar en un CD o a través de esta web, cantada por el tenor Fernando Alcalde conservando la bella música del maestro Alzedo.
Distinguidos amigos, como resultado de una práctica filosófica contenida en la segunda parte de la obra El Poder de un Símbolo Patrio. Clave de la identidad e integridad, es grato presentarles la propuesta de un nuevo himno para el Perú, en cuanto a su letra, como consecuencia de la necesidad de otorgar un himno patrio, demostrada en la primera parte teórica de dicha obra, respecto a la tesis que el Perú carece de un himno patrio, revelación que es preocupante y requiere de una inmediata atención, de parte de todos los peruanos, por ser un asunto de interés nacional.
El mencionado problema forma parte de la crisis estructural del País y refleja el triunfo de un tipo de pragmatismo burdo propio de una sociedad subdesarrollada, conformista, despersonalizada, desespiritualizada y manipulada, dentro de un clima de decadencia moral y cultural, que hace que los conocimientos humanos se reduzcan meramente a lo pragmático, no importando el significado ni sentido al cual pueda conducirnos la representación de los signos inmersos en un símbolo patrio, ignorando que en éstos se encuentran principios, valores y relaciones contenidos en su propia estructura; pues, los símbolos patrios son representaciones cognitivas y valorativas que constituyen un referente existencial obligado y necesario de las comunidades territorializadas, no siendo meros sistemas conceptuales, sino constructos sociales que contienen el imaginario colectivo de una tradición que se halla intrínsecamente ligada a la condición humana comunitaria y a su necesidad de identidad e integridad individual y social.
Por otra parte, los Símbolos Patrios recogen una historia, reflejan una cultura, influyen en el carácter y en la personalidad individual o colectiva, que inciden en el fortalecimiento del espíritu cívico, que determinan la mentalidad grupal, señalando un derrotero histórico, signos que dan un valor objetivo a dichos símbolos; en tanto que el valor subjetivo se encuentra en el sentimiento nacional a nivel individual y/o colectivo.